20 de enero de 2010

ROSARIO LÓPEZ / La forma del vacío o el vacío de la forma


Análisis de la obra: “Esquinas Gordas”
presentada en la Bienal de Arte de Bogotá (2001)
Ganadora del primer premio de la Bienal

“Así como las “esquinas gordas”, pueden ser entendidas como esculturas de lugar, cuya intervención es apenas una masa sólida de concreto; igualmente, se pueden reconocer como una solución práctica para evitar que los habitantes nocturnos, duerman, defequen y se posicionen de dicho lugar. En otras palabras, que lo conviertan en un espacio privado. Sin embargo, la conceptualización y aceptación de estas esquinas como parte de un patrimonio artístico y cultural, inmediatamente lograría reinsertarlas dentro de una esfera pública como objetos de interés y apreciación museal.” (Rosario López)

¿Cómo nombrar un objeto que ha sido creado como una extensión, prótesis o mutación de espacios arquitectónicos, y que luego de un tiempo deja de existir dejando un vacío (huella) en el lugar (memoria)? ¿Cómo nombrar una actitud privada hacia lo público consistente en llenar con concreto, dándole una forma cónica y respetando las características de la fachada, las esquinas formadas por la unión de una casa con otra?

Los objetos son creados por el ser humano con un fin específico, y es el uso el que determina su validez como objeto. El nombre del objeto se dará en la medida en que su uso se difunda, luego es el tiempo el que determinará su nombre
[1]. Por el momento lo que nos ocupa es el nacimiento de un objeto que invade el espacio público pero que demarca claramente un lugar, puesto que está inserto en lo privado: se trata de una extensión de algunas fachadas en el centro histórico de Bogotá (Barrio La Candelaria). Dicho objeto-lugar es “víctima” de la mirada de la artista Rosario López quien determina la extrañeza del mismo y quien toma la decisión de llevarlo al plano artístico como objeto-lugar encontrado, pretendiendo de este modo hacer énfasis en varios planteamientos que nos incumben en esta reflexión:

1) lo público y lo privado
Los dueños de una casa “x” se sienten molestos porque una de las esquinas de su fachada es tratada como lugar para orinar y defecar. Es decir que parte de lo que ellos consideran como público en su casa como lo es la fachada se revierte en privado de acuerdo al uso que se le da. De igual manera el transeúnte que ejerce dominio sobre este espacio público lo hace privatizándolo con la acción que ejecuta: orina y defeca marcando su territorio, haciéndolo suyo a través de un proceso escatológico. Aquel “recoveco” le proporciona al transeúnte la intimidad suficiente para establecer por cuenta propia que aquello que es público ha dejado de serlo en el momento en que una necesidad natural lo obliga a tomar la decisión de hacerlo privado por un instante, para más adelante recobrar su estado inicial de público con el condicionante de la huella fétida que deja: visualmente público y olfativamente privado.

2) el vacío y la forma
Acto seguido, el dueño de casa decide crear una “extensión” de su fachada-esquina, taponando el espacio con suficiente concreto como para “engordar” la esquina y evitar que continúe su rol adquirido periódicamente de espacio privado. Este objeto-lugar deja de ser público o privado y es las dos cosas al mismo tiempo; me explico: si hacemos un recuento del sitio original tenemos un espacio que originalmente es público y se convierte en privado; al ocupar dicho espacio con un objeto (extensión arquitectónica) se desconocen las dos posibilidades mencionadas dando lugar a una doble pérdida que replantea nuevas condiciones entre las dos: lo privado es el vacío ocupado por el objeto y lo público su forma
[2]. Rosario López toma como referente a artistas como Joseph Beuys y Robert Morris, ambos dos con la particularidad de haber estudiado e implementado en su creación artística filosofías no occidentales que definitivamente abrieron el espectro frente a la concepción de forma y de vacío en escultura en el sentido de incluir la unicidad oriental a la dualidad occidental, y de buscarle un espacio dentro del pensamiento artístico occidental. En la obra “Esquinas Gordas” puntualmente hago énfasis en que estos parámetros están íntimamente relacionados en el sentido en que el vacío es el vacío y la forma es la forma, sin embargo no puedo abstenerme de observar la forma de las “Esquinas Gordas” en el vacío, haciéndola pública, y el vacío ocasionado por la forma de las “Esquinas Gordas” que se transfiere en un espacio íntimo (privado). De tal manera que la forma del vacío no es precisamente el vacío de la forma a pesar de que se trate de un mismo objeto ocupando un mismo lugar.

3) el Museo
Llevar un documento fotográfico de estos objetos-lugares encontrados, que se repiten en diversas esquinas del Barrio La Candelaria, y crear dentro del Museo unas “esquinas gordas” (nombre que la artista le da al objeto) es cuestionar los anteriores puntos al interior del mismo. ¿Qué tan privado o público es el Museo? ¿Cuáles son sus límites? Tomando la decisión de que estas esquinas son de por sí un objeto escultórico, Rosario López nos obliga, entre otras, a revisar tanto lo escatológico como el vacío, como paradigmas del ser humano... la fetidez como síntoma de lo privado y el vacío como espacio angustiante de creación. La artista “llena” esos vacíos, esas esquinas al interior del Museo cuestionándonos sobre las actividades que se llevan a cabo en su interior y su relación con lo externo al igual que nos señala que en esas esquinas específicas no podremos hacerlas nuestras más que visual y mentalmente, como normalmente adquieren estas características las piezas que ocupan este espacio “sacro”. Sin embargo la forma que estaremos viendo será tan llena de contenido como el vacío íntimo que ocupa: su fondo, su historia, su invisibilidad y su secreto.


[1] “... En aquel tiempo todavía nada tenía nombre, dijo José Anaico, Como se puede mirar una cosa sin ponerle nombre, Hay que esperar a que el nombre nazca.” José Saramago, La Balsa de Piedra, España, Grupo Santillana de Ediciones S.A., Biblioteca Alfaguara, 1999. , p. 104
De esta manera Rosario López se aproxima a un objeto “arquitectónico” que se repite y que nace por una necesidad específica pero que nadie sabe exactamente como se llama. La artista determina su validez como objeto artístico y lo bautiza “Esquinas Gordas”. Hasta la fecha este puede ser el único nombre con el que llamaremos estos objetos-lugares ya que el nombre arquitectónico que más se le puede acercar “Retrocesos de Fachada” corresponde a otro tipo de intervención.
[2] “La forma es la forma y la vacuidad es la vacuidad” Shunryu Suzuki, Mente Zen, Mente de Principiante, p. 28, Editorial Endymión, Medellín, 1988.

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