20 de enero de 2010

HUMBERTO JUNCA / EL MAL: ayer, hoy y mañana


Análisis de la Obra “El Mal Vestido"
Técnica: Manualidad
Materiales: Taches y Tinta de esfero sobre tela de jeans usados.

Esta obra se presentó por pirmera vez en la exposición colectiva “El Traje del Emperador (La galería desnuda)” organizada por Catalina Ortiz, Juan Carlos Laverde y Lucas Ospina, y llevada a cabo en la Galería Santa Fe del Planetario Distrital durante los meses de marzo y abril de 1999.

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El mundo de la farándula, del Jet Set, de la música, de las artes visuales, del teatro y de todo aquello que contiene un halo fantasmagórico sujeto a métodos publicitarios desmesurados, tienen en común el hecho de que se prestan para generar mitos en las sociedades modernas. Mitos que, en algunos casos, son absolutamente desechables y que sirven para construir modelos inmediatos de consumo representados en aspectos tan cotidianos como el vestido, el viaje, la comida, el peinado, el sitio frecuentado, el licor bebido, la tarjeta de crédito utilizada y hasta los “buenos” y “malos” modales ocasionales, entre muchas otras cosas que se me escapan en el momento. Si tomásemos un ejemplo característico como lo es la música, que en este caso es el que me interesa, podemos ver cómo Elvis Presley o los Beatles marcan en sus seguidores toda una época que contiene estas especificidades públicas que extrañamente son ajenas a la música misma... y puntualmente a aquella música que irrumpe con variantes de protesta, de desafío, y de crítica socio-política como lo es el rock.

Finalizando la década de los 70’s y a principios de los 80’s algunos grupos de rock pesado ejercen una influencia sin precedentes, gracias al mundo de consumo masivo y de difusión extrema que se venía gestando paralelo a sus propuestas musicales. La imagen se mezclaba fácilmente con la música creando a través de esta unión un lazo tan fuerte que la una independiente de la otra apuntaba al mismo centro. Es decir, sólo bastaba para que escucháramos una pieza de rock pesado en la radio para imaginar a esos seres descritos arriba por Humberto Junca: al “típico metalero”.... “greñudo”, a medio afeitar, chaqueta negra y blue-jeans con taches, botas tejanas y camiseta de manga sisa que deja entrever un tatuaje sobre sus biceps musculosos. En resumen: un malvestido. Igualmente sucedía al contrario: ver a un “típico metalero” era suficiente para saber qué tipo de música escuchaba. Grupos como Def Leppard, Kiss, Black Sabbath, Led Zeppelin, Morbid Angel, Cannibal Corpse, Suicidal Tendences, Metallica, y Deep Purple, marcaron una generación musical socialmente transversal. Lo rebelde se identifica con lo adolescente, y es allí donde ataca profundamente la posición adoptada por estos grupos rockeros. Las llamadas drogas fuertes, el LSD, los hongos alucinógenos, la cocaína, etc., se convierten en intermediarios tanto con el más allá “diabólico” planteado en un sinnúmero de letras que acompañan esta música estridente como con el deseo juvenil de todo probarlo.

Imagen, texto y música se convirtieron en ejes potenciales de una manera de vivir, creando nuevos códigos, en conjunción con otros ya establecidos, que se insertaron fácilmente en el cotidiano. No está de más recordar que es a través de estos códigos que aprendimos a clasificar, a crear estereotipos, a sectarizar, y a apropiarnos de valores sociales de represión y negación. Mucho más sencillo resulta clasificar algo que surge contrario a nuestros “valores buenos y cristianos” cuando el Diablo, Satanás, Lucifer ......... representaciones del Mal en general, se hacen tan incontrolablemente presentes y se convierten en un modo de vida. Sin embargo crea una serie de paradojas, implícitas en el texto de Humberto Junca, que giran en torno a: ¿Qué tan malo es el Mal? y ¿Qué tan bueno es el Bien? ¿Cuál es el límite entre los dos? ¿Acaso son antagónicos o están construidos como vectores perpendiculares?

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“... ya no habría que hablar de valor, puesto que esta especie de desmultiplicación y de reacción en cadena imposibilita cualquier evaluación. Ocurre una vez más como en la microfísica: es tan imposible calcular en términos de bello o feo, de verdadero o falso, de bueno o malo, como calcular a la vez la velocidad y la posición de una partícula.”
[1]

Lo anteriormente descrito nos sirve de base para leer la obra “El mal vestido” de Humberto Junca. He mencionado algunos grupos de Rock, de Heavy Metal, Heavy Rock y Dead Metal, quienes ejercieron tal influencia en los jóvenes de la época que no era difícil utilizar su caligrafía para adornar cuadernos, libros, carpetas, pupitres, paredes y brazos, manos, piernas, cara y piel en general. Es así como Humberto Junca utiliza esta caligrafía específica, de texto profano, de letra gótica, de misa negra
[2], para escribir textualmente “MAL” sobre unos blue jeans; recortar estos pantalones, como se muestra en la imagen, bordearlos y hacer diseños interiores con taches y dibujar sobre ellos llamas puntiagudas “infernales y malévolas” con los típicos Kilométricos escolares (negro y rojo). El MAL queda, de esta manera, vestido.....¿bien vestido? ... es posible; al menos está identificablemente vestido.

Al tomar esta iniciativa, Humberto Junca se apropia del MAL, lo adorna, lo maquilla, y lo hace tan exquisitamente bien hecho que el MAL pierde su derecho a ser nombrado como tal. Sin embargo continúa siendo el MAL. Un MAL que queda en un lugar inclasificable, sin medidas apropiadas y sin calificativos que nos conduzcan a rendirle algún valor.

Este MAL, de Humberto Junca, tiene su connotación nostálgica, recuerda una época en que sí fue catalogado y clasificado como tal. Hoy por hoy no es raro encontrar al yuppie escuchando música metalera y al greñudo sintonizando boleros y vallenatos, así como no ha sido extraño ver a aquellos que pertenecieron a la época Woodstock manejando la Bolsa de Nueva York. Algo así sucedió con estos grupos musicales: se expandió tanto, y se logró tanta audiencia y generó tanta moda, que se institucionalizó y se absorbió. La imagen del MAL se transformó........ gran cualidad del MAL. Pero, ¿en qué se transformó? Si es posible que cambie, como cambia la moda, ¿el MAL de ayer, como se muestra, el MAL de hoy, desde donde se lee, será el MAL de mañana? ¿Acaso estamos hablando en estos tres tiempos del mismo MAL?

Luego este MAL tiene también su connotación contemporánea en la medida en que plantea el cambio continuo del MAL representado. El MAL es capaz de vestirse de acuerdo a la época en que se vive dejándonos saber que esa es una fachada susceptible de transformaciones. Es decir, Humberto Junca encuentra la manera de hacer visible algo tan invisible, en hacerlo visible a través de la palabra misma. Vestirlo significó, intervenir la palabra recortada, dibujarla, ponerle taches, darle forma y, ante todo, cuestionar, por antagonismo, la palabra MAL en su desnudez, en su esencia, como concepto ... aquel MAL que continúa, a través de todos los tiempos, siendo desgarrador, vertiginoso e infinitamente vital en el ser humano.



[2] La transparencia del mal. Jean Baudrillard, Traducido del francés por Joaquín Jordá, Editorial Anagrama, Barcelona, 1991, pp. 11-12.
[3] Entrevista con Humberto Junca, Marzo del 2000

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