25 de agosto de 2011

MATEO PÉREZ / REFLEXIONES SOBRE EL ABANDONO, LA AGRESIVIDAD Y EL SILENCIO


Fotografía Mateo Pérez
“TERRARIUM” Exposición individual de Mateo Pérez en la Valenzuela Klenner Galería
Carrera 5 No 26 – 28 Bogotá
Abierta hasta el 3 de septiembre de 2011

Un automóvil abandonado en una esquina de una calle anónima. Otro más allá en un patio trasero sin llantas y sin ventanas. Un tercer automóvil en el borde de una carretera desocupada con el óxido en todas sus formas apropiándose de cuanto fierro lo compone. Y un cuarto o quinto o sexto en diversos ambientes detenidos en un espacio pesado y cargado de tiempo muerto. Son imágenes fotográficas en blanco y negro que nos van envolviendo con sigilo como si poco a poco fuéramos entrando en una especie de montaje surrealista donde la vida de los seres humanos ha dejado de existir y solamente le sobreviven en estos espacios la violencia que la misma naturaleza ejerce sobre los vestigios humanos. Sin mucho afán, se ven desordenadas “pulsiones” de plantas nativas entrando en el motor de un vehículo que servía como cualquier otro motor, o naciendo en sus asientos donde otrora alguien manejaba feliz su nuevo auto, o entrando y saliendo como una enredadera entre las copas de las llantas pinchadas hace tanto tiempo que ni memoria de llantas tienen. Son imágenes fotográficas que el artista Mateo Pérez ha registrado en un viaje que hizo a la isla de Providencia hace unos meses y que no distan mucho de los intereses que ha mantenido desde hace años hacia aquellos espacios llenos de información pero extrañamente silenciosos.

Fotografía Mateo Pérez
Dado que no hay manera de chatarrizar un carro una vez pasa su vida útil éstos se dejan por ahí en el patio de la casa de su dueño o en la calle de enfrente, o en la subida a la montaña y se le deja a que la naturaleza junto con el aire húmedo y salino le borren cualquier signo de utilidad. Los carros, los electrodomésticos, los plásticos, la basura en general se dejan por ahí para que refuercen entre ellos la idea de isla periférica, isla marginal, isla sin futuro distinto al de seguir siendo isla. Es decir, Providencia es de aquellos “lugares” que se ajustan a una posible ampliación de la definición de “no lugar” de Marc Augé. Suena contradictoria su propia presencia en el mapa nacional porque en sí misma no es una isla visible ante el Estado, no es una isla que desee hacer parte de algún mapa mental, ni mucho menos una isla que quiere generar algo distinto a un turismo pasajero. Aquel que llega a la isla debe tener un tiquete de regreso, es bienvenido como turista pero “mal venido” como residente. Aquel que desee construir debe tener mil permisos de los mismos habitantes que por lo general evitan que sea un foráneo. Su avenido circunvalar está cerrada en determinadas horas del día y de la noche y durante períodos largos en el año, para dejar que en ellas circulen los cangrejos rojos, porque suben o los negros porque bajan y viceversa. Sus calles, en definitiva, por donde escasamente circulan viejos autos o motos que se han logrado mantener vivos a pesar de la corrosión de un clima caribeño, dejan de ser calles para convertirse en lugar de paso de inmensas poblaciones de cangrejos. La isla se quiere mantener como isla, como la idea de isla que ya todos hemos olvidado de qué se trata porque a fuerza de colonialismos se mantiene marginal a toda política y a toda ley foránea. Tiene su lengua, tiene su microclima especial, tiene su propio ritmo de vida y cualquiera que vaya debe saber que se le controla como en un aeropuerto o en aquellos “no lugares” de Augé, pero una vez adentro se le diluye su identidad quedando a la deriva consigo mismo hasta que se vaya.

Fotograf´ía Mateo Pérez
Mateo Pérez nos muestra en estas imágenes una memoria en blanco y negro como asocia uno estas memorias de esos “no lugares” que pudieron despojarse de todo menos de los carros que se convirtieron en nada. No son materas, no son jardines, no son útiles para nada y poco a poco se van deshaciendo por medio del peso de su propia nada. Los autos que ya no son autos en su funcionalidad como tal, semejan o reflejan el “no lugar” que es la isla en sí. Dan paso a la naturaleza salvaje para que en su libre albedrío ejerza sobre él su propia ley de vida. Desoladoras estas imágenes. Violentas en el sentido del abandono y del silencio que se diluyen en una nada. La isla sabe lo paradisíaca que es pero lo trágica que puede llegar a ser de un momento a otro…, lo que allí se queda se lo devora la isla misma. Es posible que sea por ello que exigen a los turistas su tiquete de regreso afuera de la isla y que siempre la tomen como un lugar de paso donde se deja de ser durante el tiempo de estadía.

Andrés Gaitán T.


4 de agosto de 2011

TURISTA DE ESPALDAS A LA MONA LISA / LO QUE ELLA VE Y LO QUE LOS DEMAS NO MIRAN (5ª parte)

Mientras le tomo una fotografía a “La Monalisa”, y mientras me tomo una foto con ella a mis espaldas, miro fijamente la cámara, sonrío y reconozco en este acto un momento en el cual queda consignado mi deber con la historia: “estoy con “La Monalisa””, “estoy con un gran ícono del Arte Universal”, “el dinero del tiquete de entrada al museo lo estoy recuperando en este preciso instante”, “esta es la prueba reina de que hice lo correcto”.

Una vez tomada esta imagen, una vez la cámara hizo el Click que captura el instante, guardo mi cámara rápidamente y vuelvo conmigo mismo y con las otras 100 personas alrededor que desean hacer lo mismo que yo y que empujan para que yo desocupe el privilegiado lugar frente al cuadro. Rápidamente me escabullo y salgo azarado de la muchedumbre multiétnica y multiolorífica. Me demoro un buen tiempo mientras salgo del recinto que contiene frente a “La Monalisa” 32 cuadros del Cinquecento italiano… (ver lista más abajo). Y la dejo a Ella con otras cámaras y otras poses parecidas a la mía que darán cuenta de exactamente lo mismo que yo deseaba tener. Mientras tanto, los ojos de “La Monalisa” miran a todas las personas que habitan el recinto de un lugar a otro. “La Monalisa” en un estado de omnipresencia , los contiene a todos con su mirada y sigue con su particular mueca como si nada sucediese a su alrededor.

Pero no solamente mira a los incautos espectadores sino que también mira los cuadros que el Museo del Louvre resolvió disponer en la parte de la sala en la que ella posa un tanto forzada. Y de todos ellos podríamos señalar algunos por su relevancia con el propósito de este breve análisis:
a. A mano izquierda de La Mona Lisa se encuentra el “Retrato de Francisco I” de TIZIANO (1539). No vamos a caer en la tentación de decir que es un admirable cuadro con el sello inconfundible de los trazos, de los tonos y de los contrastes del maestro Tiziano, porque más adelante en otra ocasión ya me referiré a la maestría de este pintor en un cuadro mejor elaborado que el que nos compete en este instante. Me interesa dentro del marco del estudio de La Mona Lisa porque sucede en él, algo que de manera indirecta sucede con lo que se sostiene hoy día con la historia de La Mona Lisa: al hacer este retrato, el rey Francisco I nunca posó para Tiziano. Es el rey quien, como buen humanista y mecenas que fue, ordenó esta pintura para que Tiziano la hiciese. Y el maestro desde la lejanía se basó en una moneda conmemorativa que Benvenuto Cellini había hecho de él. Por ello, el retrato es de perfil. Tiziano, aparentemente no lo conocía…, y aún así pintó su retrato. De la misma manera que decíamos anteriormente, Leonardo Da Vinci nunca conoció a Pacífica Brandani, la madre del único hijo de Giuliano de Medici, quien fue quien mandó hacer su retrato para que su hijo tuviese presente la imagen bella de su madre muerta. Da Vinci nunca conoció a La Mona Lisa, quien ya no es La Mona Lisa sino La Mona Pacífica, pero aún así pintó su retrato.

En cualquier caso, el Retrato de Francisco I” es una obra de Tiziano, que obedece más al encargo que le hace el rey de Francia, quien en ese momento poseía en su castillo en Fontainebleu el cuadro de La Mona Lisa, y quien inició los cambios arquitectónicos del fuerte del Louvre en París, para que se creara un palacio italiano, tal como lo vemos hoy día y en el cual residen ambas obras en el mismo salón.
b. A mano derecha de La Mona Lisa hay un cuadro entre otros 15 que dice en su ficha técnica que es de Paolo Caliari (El Veronés) y que se titula: “La huída de Lot”. Recordemos que Lot es advertido por unos ángeles que debe huir de Sodoma junto con sus hijas y su esposa dado que esta ciudad de perdición y lujuria iba a ser destruida. Al día siguiente Lot sigue el consejo y huye. Sin embargo, según un mandato divino, no deben volver la mirada hacia atrás, cosa que incumple la esposa de Lot y queda convertida en estatua de sal. En una primera instancia es interesante ver que el cuadro como tal no es de El Veronés sino de el taller de su hermano Benedetto Caliari que copió un cuadro mucho más grande (138 x 262 cm el “original”, 93 x 120 cm la “copia”) y mejor elaborado de El Veronés, que reposa en el Kunsthistorisches Museum de Viena y que data de 1580. Es decir, hay algunas imprecisiones en el cuadro con respecto a su autoría y es evidente dentro de la misma ficha que aparece en el centro de documentación del Museo del Louvre que se trata de una copia. A pesar de todo lo anterior, sigue siendo una pintura que nos relata un pasaje bíblico interesante y que nos lo hace saber con detalles que enmarcan varios momentos dentro de la misma imagen: la huida de Lot con sus hijas en primer plano y la imagen fantasmagórica de su mujer convertida en estatua salada a la derecha a mitad de camino entre los personajes centrales y Sodoma en llamas.
La mujer, en un momento dado se preguntó porqué era que dejaban aquel paraíso y eso bastó para que quedara sepultada su mirada en la sal. Ella vio…, y lo que vio ni siquiera el propio Veronés o el taller de su hermano Benedetto saben lo que fue. Sodoma es en cierto sentido la Medusa que atrae las miradas de sus víctimas, que un instante antes de morir vieron lo “invisible” y no vivieron para contarlo. Nadie sabrá exactamente qué fue lo que la mujer de Lot vio, pero todos sabemos que al menos murió viéndolo: mató la curiosidad ya su vez la curiosidad la mató. Y desde ese instante se desplegó toda una raza humana que pobló la tierra condenada a aprender la lección de que es mejor no ser tan curioso (???). Más vale en últimas no saber a ciencia cierta quién es La Mona Lisa y si Leonardo Da Vinci la pintó ni quién se la encargó, sino ir al Museo del Louvre y tomarse una foto con ella y seguir derecho como hacen tantos miles de turistas felices al día. Sería una generalización demasiado inconsistente decir que este cuadro, nos relata en últimas lo que en la sala está sucediendo con todas las pinturas alrededor: pero casi que se puede llegar a una conclusión de esta naturaleza al detallar las imágenes que reproduje al inicio y que pongo a continuación desde donde se resaltan los cuadros anteriormente analizados..., más vale no mirarlos ni preguntarse mucho por ellos sino seguir el patrón de dejarse dirigir por la mirada central: LA MONA LISA; de la misma manera que Lot se deja guiar hacia un lugar impreciso (una cueva) en la mitad de la nada y es feliz procreando dos pueblos con sus hijas…, qué pecado pasar de largo sin haber visto.


Próxima entrega: TURISTA DE ESPALDAS A LA MONA LISA/ LO QUE ELLA VE Y LO QUE LOS DEMAS NO MIRAN – LAS BODAS DE CANÁ (6ª PARTE)

Para los curiosos, les dejo estos datos de las obras que hay a la mano izquierda y a la mano derecha de la Mona Lisa.

A mano izquierda de la Mona Lisa encontramos, a veces unas encima de otras, las siguientes obras:
1. “Dos perros de caza con lazo” Jacopo BASSANO (1548)
2. “Retrato de Melchior von Brauweiler” Giovanny CALCAR (aprox. 1540)
3. “La Santa Familia y tres Santos” Taller de VERONÉS (1580)
4. “La resurrección de la hija de Jaire” Paolo VERONÉS (1546)
5. “Ester y Assuerus” Paolo VERONÉS (sin fecha)
6. “Ecce Homo” Taller TIZIANO (1540)
7. “Retrato de Francisco I” TIZIANO (1539)
8. “San Marcos coronando a las tres virtudes” TIZIANO (1556)
9. “La coronación de espinas” TIZIANO (1542-1543)
10. “Pareja mitológica” París BORDON (1540)
11. “Flore” París BORDON (1540)
12. “Los peregrinos de Emmaus” Paolo Veronese (1559)
13. “El baño de Susana” TINTORETO (1550)
14. “La crucifixión” Paolo VERONÉS (1584)
15. “Retrato de una veneciana” Paolo VERONÉS (1560)
16. “La Virgen con el Niño entre Santa Justina y San Jorge, con un benedictino arrodillado” Paolo VERONÉS (1554)


A mano derecha de la Mona Lisa encontramos, a veces unas encima de otras, las siguientes obras:
1. “El arquitecto Antonio Dal Ponte” Jacopo BASSANO (sin fecha)
2. “La subida al Calvario” Francesco BASSANO (1572)
3. “La bajada de la cruz” Jacopo BASSANO (1580-1582)
4. “Autorretrato” TINTORETO (1588)
5. “La entrada de los animales al Arca de Noé” Jacopo BASSANO (1579)
6. “Júpiter castigando los vicios” Paolo VERONÉS (1556)
7. “Retrato de un viejo con pañuelo” TINTORETO (1570-1575)
8. “La Santa Familia con una Santa” Felice BRUSAROCI (1560)
9. “Venus y el Amor” Lambert SUSTRIS (1550)
10. “La muerte de Adonis” pintor Nórdico que trabajó en Venecia a finales del siglo XVI
11. “Retrato de una mujer con su hijo y un perro” Paolo VERONÉS (1546-1548)
12. “La huída de Lot” Paolo VERONÉS (sin fecha)
13. “El coronamiento de la Virgen” “El Paraíso” TINTORETO (1580)
14. “Susana y los ancianos” Paolo VERONÉS (sin fecha)
15. “Retrato de Vincenzo Cappello, almirante veneciano” PALMA LE JEUNE (aprox. 1610)