20 de enero de 2010

DORIS SALCEDO / Ecos del Dolor



Instalación-acción
En conmemoración del 17° aniversario de la Toma del Palacio de Justicia
La acción inicia a las 11:45 am del 6 de noviembre de 2002 y finaliza dos días después.
La compone 280 sillas colgadas de la fachada de la institución.



I.
La existencia irrepetible de la instalación “se da precisamente vinculada a cada espacio y a cada tiempo, de manera que el no depende de su estructura física a lo largo del tiempo, de su duración material, de su testificación histórica, sino de su contextualización.”
[1] Josu Larrañaga

Para acercarnos a la obra de la artista Doris Salcedo expuesta entre el 6 y el 8 de noviembre de 2002, en la Fachada del Palacio de Justicia, debemos tener en cuenta varias consideraciones que se desprenden de una descripción del trabajo:

Muy a las 11:45 am se inicia una acción-instalación en la esquina de la 7ª con Calle 11 sobre la fachada del Palacio de Justicia. Dicha acción consiste en descolgar del techo del Palacio de Justicia..... lentamente, unas sillas de madera, “propias de los despachos judiciales” (como dice el texto del periódico El Tiempo), hasta formar con ellas un armazón amorfo de 280 sillas. Cada una de ellas está atada por dos cables tensores a dos extremos de la silla independiente de si son las patas, el espaldar etc. Esto nos brinda la posibilidad de ver que no hay un orden específico a pesar de que si hay un cuidado tanto por no exagerar el movimiento mientras se van descolgando como por dejar las sillas intercaladas en su desorden formando un gran tapete que cubría toda esta esquina de dicho establecimiento institucional. Luego de dos días, las sillas fueron levantadas del sitio con el mismo cuidado dejando un aire distinto en aquella fachada.

Doris Salcedo ha trabajado sobre la Toma del Palacio de Justicia desde hace cerca de 15 años poco después de que este hecho ocurrió. Sin embargo este tipo de acciones como la que presentó la semana pasada es más relacionada con aquel homenaje que se le brindó en agosto de 1999 luego del asesinato de Jaime Garzón. Miles de rosas fueron colocadas por innumerables artistas en la pared de la carrera 5ª en frente de la casa del humorista. Doris Salcedo fue la promotora de este homenaje y todos lo tomaron como una participación de duelo y de dolor dejando una rosa en este espacio y cubriendo así todos los 150 metros de aquella pared. Hablo de esta relación en el sentido de que en ambas se están conjugando el factor tiempo y el factor espacio público.

En esta oportunidad, se trata más bien de un señalamiento de un hecho. De alguna manera es un recordatorio de algo que ocurrió y que no debe bajo ningún motivo olvidarse. Es resignificar el espacio y darle las connotaciones que con el tiempo ha ido perdiendo: las de un sitio de dolor, de fuego, de miseria humana. Es una lástima que tenga que ser siempre el arte quien propenda por ser testigos eternos de hechos que la humanidad quiere olvidar pretendiendo falsas felicidades cuando el horror se respira en cada esquina del presente pasado y futuro. Nuevamente vemos en este caso una obra comprometedora con estos acontecimientos que un día ocurrieron y que nadie quiere siquiera recordar. Pero no se trata solamente de testificar algo de manera histórica pasada, sino de mantenerlas vivas en el presente, tal cual lo que sucede con el Desaparecido: está presente a manera de fantasma. Doris Salcedo nos abre los ojos amnésicos de una manera muy poética, con una acción-instalación silenciosa y a su vez contundente, que se hace pertinente no solamente por el espacio utilizado sino por el tiempo en el que se hace y por el eco del dolor que produce.

II.

“Yo no creo que el espacio sea neutral. La historia de las guerras, y posiblemente incluso la historia en general, no es otra cosa que una lucha infinita por la conquista del espacio. El espacio no es simplemente un asentamiento, sino lo que hace posible la vida. Es el espacio el que hace posibles los encuentros. Es el sitio de proximidad, donde todo se cruza.”
[2] Doris Salcedo

Las sillas se presentan como memoria individual y colectiva. Estos objetos presentan huellas de uso dejadas en la madera de la cual están hechos. Por ello no podemos tan sólo hablar de sillas como objetos sino como espacios en conflicto marcados por la dialéctica entre ausencia y presencia. Es decir la silla nos mueve a pensar el espacio como un espacio perteneciente al ser humano. Allí está presente en la medida en que allí se encuentra una silla, sin embargo existe una extraña ausencia. A estos cuerpos les hace falta aquello que está desgarrado, el vacío se muestra como parte fundamental en la complejidad del espacio que se ha construido y que ahora le pertenece. Es así como la ausencia hace de lo presente un espacio en conflicto.

Al hablar de conflictos, y en este caso puntual en que se habla del 17º aniversario de la Toma del Palacio de Justicia, necesariamente toca hacer un vínculo con lo político. Con el arte y su necesidad por develar problemas de orden político, de sacar a la luz problemas que nos aquejan y que en Colombia como en los países tercermundistas, este esquema de lo político es tan complejo por su burocracia, por sus diversos tipos de violencia y por el sistema endémico donde se desenvuelve lo político. La imagen como tal y el lenguaje articulado en su construcción hace pensarla como un sistema de resonancias que conllevan a un pensamiento que va adquiriendo una forma de poder. Poder que se subvierte en la medida en que airadamente se trae a presente un hecho, en las paredes de la institución donde sucedió. El esquema es básicamente inverso a lo que sucedió 17 años atrás desde el día en que se descolgaron estas sillas (2002).... me explico:

Tuvieron que pasar 17 años en 2002 para ver que ese desorden y ese caos interno se vislumbró en su fachada con la obra de Doris Salcedo... se hizo público y por ello cuestionó de manera muy simbólica aquella barbarie que la política en general ha sabido alimentar repitiendo día a día el mismo error angustiante de siempre: el silencio ante el horror.


[1] Josu Larrañaga, “Instalaciones”, Editorial Nerea S.A., Colección Arte Hoy, España. p. 64.
[2] Monografía “Doris Salcedo”, Phaidon Press Limited, Entrevista con Carlos Basualdo, Londres, 2000. p. 12

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