22 de enero de 2010

AUGUST LEMOINE / Memorias del cotidiano


“esta nota ha sido posible gracias a la investigación de la maestra Beatriz González”


Análisis sobre la exposición: “Donación Carlos Botero – Nora Restrepo (Auguste Lemoine en Colombia1828-1841)”
Museo Nacional de Colombia
Febrero de 2004

“El genio del artista pintor de costumbres es un genio de naturaleza mixta, es decir en el que participa una gran parte de espíritu literario. Observador, paseante, filósofo, llámese como se quiera (...) Algunas veces poeta; más a menudo se aproxima al novelista a al moralista; es el pintor de la circunstancia y de todo lo que sugiere de eterno. Cada país, para su placer y gloria, ha poseído algunos de esos hombres.”
[1] Charles Baudelaire citado por Beatriz González.

Los días que siguieron a la época de la independencia de Colombia solamente los conocemos a través de algunos relatos sobre pequeñas rencillas entre, por decirlos de alguna manera, Federalistas y Centralistas. Había muy poca o nula información sobre el cotidiano, sobre cómo era esa Bogotá y sus entornos así como aquellas costumbres del país entero.

Auguste Lemoine, un entomólogo y diplomático francés pero ante todo una persona con un interés muy particular por descubrir cosas propias de las regiones y países que visitaba. Auguste Lemoine no solamente era una persona con la misión de ser vicecónsul de la Francia de 1828, sino un arduo investigador y un agudo observador de las tierras que estaba visitando. El sabía que su experiencia en el Nuevo Reino de Granada era cosa única no solamente por el momento histórico y político sino por la riqueza de sus tierras casi vírgenes.

Igualmente podremos ver en la exposición que sus habilidades con el dibujo y la pintura iban acompañadas con una gran capacidad para describir el momento. Con una economía de palabras logra sumergir al espectador en la imagen y en el momento que se está plasmando haciendo que la colección misma adquiera un valor nacional histórico sin precedentes. ¿Cómo agradecerle a Auguste Lemoine, a los bogotanos José Manuel Groot y Ramón Torres Méndez por el legado de estas joyas, y por la ayuda conjugando sabiamente la historia con el arte? Cómo agradecerle a los colombianos Carlos Botero y Nora Restrepo por haber dirigido sus miradas a la adquisición de material colombiano en diversas librerías y tiendas de antigüedades europeas y en particular francesas? Cómo acoger la investigación hecha por la maestra Beatriz González sobre dicha donación y elegantemente publicada en un catálogo del Museo Nacional?

Pienso que en respuesta a estas preguntas, la mejor manera de agradecer todo lo anterior y de conocer aquella Colombia naciente como país vale la pena recorrerla en este último mes que le queda de estar montada. El fortalecer este tipo de iniciativas en el Museo es una deuda al esfuerzo de estas instituciones que buscan unos caminos de entendimiento de nuestra historia.

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“En estas tablas se encuentra una curiosa y esclarecedora unión: Le Moyne- Groot-Brown – Castillo – Giast – Riballier. Ya no hay dudas de que Le Moyne fue acuarelista; Groot y Castillo dibujaron acuarelas; que Joseph Brown coloreaba las acuarelas de Groot, y que años más tarde Riballier y Giast prepararon tablas.”
[2] Beatriz González.

Lo que descifra en la investigación, la maestra Beatriz González, es que si bien Auguste Lemoine era un juicioso artista entomólogo e investigador y relator de costumbres en sus viajes por América, resulta cierto que algunas de sus piezas pueden estar fundadas en dibujos y acuarelas de artistas colombianos. Los hermanos Castillo y Groot entre otros también tenían una intencionalidad para retratar el día a día nuestro país. Fueron algunos de los artistas colombianos los que iniciaron las imágenes costumbristas que hoy reposan en algunas colecciones privadas en Londres, en Santiago de Chile y en Bogotá. Igualmente empezamos a ver tanto en el catálogo como en la exposición las semejanzas de una acuarela con otra ambas a veces de la misma época y con ligeras variaciones. Fueron en muchos casos los artistas colombianos que prestaron sus imágenes producto de sus investigaciones y de su periódica revisión de situaciones cotidianas.

Resultaría importante, en este caso, traer a hoy día la manera como operaba el arte antes de la aparición de la fotografía y qué datos curiosos había en aquellas épocas de 1830.

Podemos remontarnos al conocidísimo rinoceronte de Durero de 1515 en el cual ha copiado este animal fantástico de algunas estampas y dibujos traídos de aquellas lejanas tierras del África. Es en una serie de imágenes que uno alcanza a ver aún en cuadros coloniales las influencias de un continente rico en naturaleza como América o como África e incluso si quiere en la época de los impresionistas como la China y el Oriente. El medio pictórico o gráfico en la gran mayoría de los casos, fue el más asiduo para suplir lo que más adelante recogió la fotografía.

En esta exposición alcanzamos a percibir dos o tres copias de la misma situación cuyo origen puede eventualmente dejarnos en la penumbra sin saber realmente a quien corresponde el relato original. Hoy que aún se habla de plagio cuando hay ligeros parecidos, sería bueno ver hasta dónde se llegaba con las reproducciones en cuadros costumbristas.

Auguste Lemoine en Colombia; una exposición que deja mucho por aprender y por reflexionar.

[1] Charles Baudelaire en “Salones y otros escritos sobre arte”, citado en “Auguste Lemoine y el tráfico de imágenes”, por Beatriz González, Catálogo: “Donación Carlos Botero – Nora Restrepo (Auguste Lemoine en Colombia1828-1841)”, Publicaciones del Museo Nacional de Colombia, Bogotá, 16 de Diciembre de 2003 – 29 de febrero de 2004, p. 28.
[2] [2] “Auguste Lemoine y el tráfico de imágenes”, por Beatriz González, Catálogo: “Donación Carlos Botero – Nora Restrepo (Auguste Lemoine en Colombia1828-1841)”, Publicaciones del Museo Nacional de Colombia, Bogotá, 16 de Diciembre de 2003 – 29 de febrero de 2004, p. 27.

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