22 de enero de 2010

MARCOS LÓPEZ / Lo Estético en un atado de Morcillas


Análisis de la obra "Flavio" de Marcos López

Exposición: ARTE CONTEMPORÁNEO EN ARGENTINA
Galería “El Museo”
febrero de 2004

Encontramos en la Galería “El Museo” una exposición bidimensional de artistas contemporáneos argentinos. Fundamentalmente veremos pinturas al óleo o en técnicas mixtas y fotografía, o casos excepcionales de Jorge Orta con montajes en los que la luz indirecta hace parte fundamental de sus obras arcaicas-contemporáneas.

No es una muestra fácil de observar puesto que su hilo conductor es tan amplio como la contemporaneidad. Esto por supuesto no es algo que le interese mucho a una Galería, ni tiene por qué ser su tarea; sin embargo hay algunas obras que se pueden rescatar del aire comercial para invitarnos a observarla con otros ojos.

Las obras inquietantes y atemporales de Germán Wendel, en la que su aire de Magritte cotidiano y desolado, les brinda un interrogante sobre el vacío del día a día o sobre una depresión poética, otoñal, .... el cotidiano versus la creación, versus el mito. Unas pinturas con un tango despechado entretejiendo en sus imágenes la nostalgia y el frío.

También como lo mencioné anteriormente, están algunos ensamblajes iluminados de Jorge Orta, en los cuales rescata la memoria del vínculo hombre naturaleza a través de unos signos metafóricos. El hombre tiende a alejarse de la naturaleza desconociendo sus propios orígenes, separándose al máximo de ella como si se estuviera alejando del hombre primitivo. Es como si se tratase de una huída de aquel ser humano que habita en nosotros para doblegarse ante la incertidumbre de las grandes metrópolis. Jorge Orta logra en sus proyectos asimilar una comunión entre aquel hombre tímido y misterioso que habitaba lo natural con la grandilocuencia absurda del citadino. Todo ello a través de un alfabeto que ha creado desde finales de los 70’s hasta hoy.

II.
“La más transitoria de las cosas, una sombra, el emblema proverbial de todo lo que es efímero y momentáneo, puede ser encadenada por el encanto de nuestra y fijada para siempre en la posición que parecía destinada a ocupar sólo un instante.” Philippe Dubois
[1]

Esta cita anterior corresponde a un libro de Phillippe Dubois en el que habla fundamentalmente del acto fotográfico como una especie de crimen en el que muchas piezas entran a hacer su labor de auscultación: el tiempo, el dispositivo de luz, y la fijación de ese tiempo. (recordemos acá que la imagen fotográfica se lograba captar pero no se podía fijar de tal manera que era solamente en la noche que se podía apreciar algo de ella. La luz llegaba al amanecer y lo que hacía visible la imagen, la luz, ella misma la destruía.)

Hay en la exposición de arte argentino en la Galería “El Museo” dos fotografías de Marcos López, una de las cuales la titula “Flavio”, captando el rostro de un hombre depilado y rasurado al máximo, con un collar de morcillas y con la boca ligeramente untada, aparentemente por haber probado las morcillas. Dice Nelly Peñaranda en el texto introductorio a esta exposición que Marcos López “ilustra con ironía las actividades y actitudes de su población. Imágenes fotográficas que narran satíricamente la realidad de la identidad latinoamericana que se nutre de la televisión, el cómic, la publicidad y la moda.

Dicha obra simula el corte brusco de un momento en el que podemos encontrar una dialéctica entre muerte y deseo. Aquel personaje forzosamente imberbe puede surgir de la necesidad aséptica neonazi de poblaciones latinoamericanas que ven en lo externo la salvación a su desgracia, a su desdicha, a su modo de vida. Ven en aquel otro, la grandeza del hombre y buscan adoptarlo formalmente... visualmente. Sin embargo, cae la sorpresa de la morcilla: La tentación de la tierra surge de la sangre de cada quien y hala cada vez más fuerte. Aquel personaje muerto en vida, aparentemente otro distinto al que realmente es, sufre una transformación por algo tan mundanamente sencillo y cotidiano como una morcilla. El rastro que capta la imagen de la mordida de la morcilla es tan extraña como elocuente. No es en vano que se contrapongan estas dos ideas en una sola imagen, el punto es cómo lograr que aquella muerte se mezcle con deseo en dos elementos tan fuertes pero tan cotidianos a su vez. Marcos López ha entablado esta comunicación con suma elegancia con su lente fotográfico.

[1] Philippe Dubois, “El acto fotográfico”, traducción del francés por Graziella Baravalle, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1983, p.126.

No hay comentarios: