28 de octubre de 2012

GERMÁN BOTERO / El tiempo, el espacio y la escala

"Arqueologías" Germán Botero
fotografía de Catalina Mora

Título de la Exposición: "Arqueologías"
Rojo Galería - Carrera 12A No 78 - 70
Abierta hasta el 3 de noviembre de 2012

En su exposición “Arqueologías”, el maestro Germán Botero nos deja ver que dentro de su variada obra escultórica hay una incesante búsqueda por las diversas manifestaciones del espacio. Este no es un asunto menor si se tiene en cuenta que su vocación inicial es la arquitectura y que de allí partieron sus obras de gran tamaño. Obras que hoy en día se encuentran en Guardalavaca(Cuba) en Guilin o en Changchun (China) o en Seúl (Corea), etc., dan cuenta de un legado que ha venido dejando en su trasegar por el mundo y en sus experiencias con el manejo de diversos materiales y de espacios de acuerdo al entorno en el cual ha trabajado. Es decir, en muchos casos la obra se concluye en el sitio en el cual va a habitar siempre teniendo en cuenta el paisaje al que va a pertenecer. No de otra forma puede uno entender que su trabajo está siempre en movimiento y en continuo cambio.

"Coro" Germán Botero
Fotografía de Catalina Mora
 Cuando el maestro Botero encuentra unas semillas, las conserva durante años hasta que ve el momento apropiado para disponer de ellas de la mejor manera, tratando de conservar sus características de semilla pero adjudicándoles un tratamiento que permita entenderlas de otra manera. Que se descubra en ellas una porción extraña y maravillosa de la naturaleza y unas semejanzas absurdas donde las semillas, por la disposición del artista, tienden a formar unos rostros y unas formas inquietantes. Cuando él mismo encuentra una serie de troncos en las playas de Santa Marta y sus alrededores, disciplinadamente los recoge y los organiza en su taller porque esa historia del recorrido del tronco suscitará alguna intervención que le devolverá una razón de ser. De tal manera que la poética de Botero queda inscrita en un mundo donde confluyen el tiempo, el espacio y una cuidadosa mirada antropométrica que hace honor a su formación. En la exposición encontraremos varias piezas que tienen ciertas resonancias con obras monumentales que ha realizado en varias ciudades del mundo entero, y sin embargo no se trata de maquetas de dichas obras sino obras con las cuales ha dibujado otra forma de ver el espacio y otras alternativas para entender que la mirada puede descubrir nuevas escalas y nuevos mundos donde confluyen lo geométrico y lo orgánico.
"Terrazas Tayronas" (Detalle) Germán Botero
 Fotografía de Catalina Mora
Veamos por ejemplo una de las piezas de la muestra: Terrazas Tayronas. En ella descubrimos que Botero se ha dejado permear de su estadía en Santa Marta donde encuentra no solamente un territorio lleno de magia con los asentamientos Tayronas, sino un paisaje inusual donde el nevado y sus viscerales relieves chocan directamente contra el mar. Allí, y al ver esta pieza mencionada, encontramos que Botero asume el paisaje como algo que emerge del hombre y no como un asunto externo al ser humano. Allí, Botero ve la conjunción anacrónica que hay entre las terrazas Tayronas y las terrazas de arroz en los asentamientos de etnias antiguas que hay en las cercanías de Guilin (China) donde él estuvo en el año de 2002. Se trata de la intercalación de tiempos remotos en diversos lugares del mundo que se unen con el tiempo presente de quien las observa generando, de esta forma, una mirada más universal de este tronco manipulado. Él mismo, en el conversatorio que sostuvo con Ricardo Rivadeneira en Rojo Galería, considera que esas montañas con terrazas emergen entre las fuerzas naturales de una montaña y la mano del hombre que la va labrando durante largos períodos de tiempo, y que el trabajo que él le imprime al tronco es bajo el mismo parámetro.
"Terrazas Tayronas" Germán Botero
Siendo así, podríamos ver en Terrazas Tayronas cómo coexisten la laboriosidad de la mano del artista con la respiración en un tiempo circular donde lentamente va formando terrazas guiadas por la forma que va definiendo un tronco que se ha curado sólo durante un largo viaje en el mar para finalmente terminar ahogado en las playas de Santa Marta. Por ello, siento pertinente evocar la definición que Heidegger le da al término “espacio”. El espacio, según él, surge del verbo espaciar. El espacio en sí mismo no existe sino bajo la posibilidad de tener una mente y una acción que lo haga posible. De esta manera veremos en toda la exposición y en esta pieza en particular, que Botero se inmiscuye íntimamente con el paisaje creando espacios que solamente bajo su mirada y su poética se logran hacer tangibles. Recorremos en las Terrazas Tayronas unos espacios que no existían y que han sido posibles porque Botero los ha espaciado muy sutilmente de la misma manera como los antepasados espaciaron en una montaña el lugar que habitarían durante siglos. Logra en el tronco abrirnos a la posibilidad de ver el mar, de ver su historia, de sentir su olor a tiempo y de transportarnos a un cambio de escalas inusual. Es decir, ve uno en el tronco y en ese paisaje que uno es apenas un espectador de algo que lo sobrepasa en madurez de vida.

Andrés Gaitán T.