23 de septiembre de 2010

EL PAPA BENEDICTO XVI / el poder simbólico del viento

Hace unos días salió publicada en primera página del periódico El Tiempo, la imagen del Papa Benedicto XVI llegando al Reino Unido, en la cual aparece su rostro cubierto por la manta de su vestido. El aire…, el viento, en un momento dado sopló y levantó la manta cubriéndolo y dejando un instante mínimo para que las lentes de todos los fotógrafos alrededor pudiesen capturar dicha imagen. Una imagen, si se quiere clasificar, normal, casual. El viento sopla y nunca ha dejado de soplar, pero particularmente en este caso, no es la primera vez que el viento sopla sobre el Papa. Desde que el Papa Juan Pablo II murió y mientras su funeral (abril 8 de 2005), los vientos le jugaron una mala pasada a todos los cardenales que estaban sentados durante la ceremonia. Desde ese instante, nadie podría suponer que el asunto del viento iba a ser protagonista del papado de Benedicto XVI.
Inaugurando su pontificado en el mismo año del nombramiento, le tocó enfrentar el viento en la ciudad alemana de Colonia. También se la ha visto en problemas con el viento en Austria durante el otoño del 2007. Pero últimamente a donde quiera que aparezca (Portugal, Ciudad de Vaticano, Brasil, EEUU o Reino Unido), el Papa se verá batallando permanentemente con el viento. Es esta casualidad la que me permite leer entre las imágenes, aprovechando aquella que salió en El Tiempo, que el Papa está siendo asediado por el viento. Y mientras iba encontrando dichas imágenes, leía apartes sobre los problemas serios que el sumo Pontífice está confrontando en todo el mundo católico.
Desde hace unos buenos años, se han venido sacando a la luz pública casos evidentes acerca de uno de los problemas más grandes que ha afrontado la iglesia católica: la pederastia. Ya se venía rumorando que algunos miembros de la iglesia se habían dejado tentar por “el diablo” y habían caído en las garras del deseo de la “carne”. También se rumoraba que algunos tenían doble vida: una como curas y otra como padres de familia, lo cual causaba cierta consternación entre las facciones más conservadoras de los países católicos de occidente. Lo que nunca se llegó siquiera a contemplar como posibilidad era el rumor de que muchos de estos promotores de la ética mundial, pasaban sus ratos libres abusando de la inocencia de miles de muchachitos convirtiéndolos en esclavos de sus inclinaciones reprimidas. Se oía aquello…., se cuestionaba aquello…, pero casi nunca se tomó en serio porque de alguna manera lo que se leía entre líneas era más un deseo de los liberales de atacar y de hundir la iglesia que de esclarecer una realidad. Nunca nos imaginamos que el clero escondía sus fechorías comprando juicios, pagando grandes sumas de dinero en conciliaciones con los afectados, trasladando a los victimarios a parroquias alejadas, y moviendo una que otra ficha política para evitar el escándalo. Esto se hizo bajo nuestra incrédula mirada durante años, hasta que la multiplicación de los casos hizo que se reventara la burbuja turbia que cubría a la iglesia. Muchos millones de dólares después, la organización eclesiástica tuvo que afrontar pública y penalmente la multiplicación de demandas de pederastia contra sus miembros. No es que estos problemas se hayan presentado durante el pontificado de Benedicto XVI, sino que es él quien los hereda del anterior (Juan Pablo II), como quien hereda una deuda impagable. Es en definitiva a él a quien le toca poner la cara frente a las demandas, y frente a una pregunta que asalta al mundo entero sobre la necesidad de continuar alegando el celibato como una condición para ejercer las funciones de ministro de la iglesia católica. ¿Qué necesidad hay de mantener este celibato? Es urgente en estos días promover la idea de que el sexo es una fuente vital en el ser humano. O, ¿hasta dónde hemos llegado, qué límites hemos tocado, para encontrarnos hoy día ya no con curas padres y amantes sino con curas pederastas? Decía que era al Papa Benedicto XVI a quien le ha tocado poner la cara por todo lo que ha venido pasando, pero su actitud ha sido demasiado benevolente y hasta convenientemente ausente. Por ello, la imagen del Papa en la cual su rostro es invisible, es inaccesible, en el cual se oculta toda una verdad inocultable no puede ser más simbólica. Es una imagen sobre la cual vale la pena entender lo lejos que ha llegado la estructura de la iglesia con respecto a sí misma, a sus miembros. El viento ha sido, en estos casos, tan incisivo en tapar el rostro del sumo pontífice, que bien podríamos suponer que la vergüenza que tanto debería tener la iglesia, el viento se la pone de manifiesto. El viento nos muestra la actitud que el Papa ha tenido frente a las gruesas demandas que le llueven a la iglesia. El Papa no ve ni se deja ver, y el viento… tan invisible, hace que el gesto del Papa sea el mismo que se ve en todas las personas que deben una explicación a la justicia. Quien pudiera creer que el viento fuera tan irónico.

13 de septiembre de 2010

ROSARIO LÓPEZ / Lo informe y la nada arrugada

Exposición individual “lo informe y el límite”
Galería Casas Reigner, Bogotá
Abierta hasta el 10 de octubre



Cada vez que la artista Rosario López hace alguna intervención nos queda la sensación de que no hemos visto toda la muestra, que hay algo escondido que hace falta por develar, o que en su taller se están maquinando más cosas mientras el evento está sucediendo. Pues bien, esta nueva exposición no escapa a esta premisa. Hay fotografías, hay dibujos, hay objetos y hay con todo ello, una instalación hecha en todos los espacios del primer piso de la Galería Casas Reigner que hace que no sea simplemente un recorrido a ver, como espectadores, una serie de obras, sino que se trate de una experiencia del cuerpo con el espacio allí creado… transformado. El título de su nuevo trabajo “lo informe y el límite”, es apenas un abrebocas sobre la conciencia que tiene la artista en la toma de decisiones a la hora de hacer y de mostrar su obra. Lo informe como aquel concepto tan trabajado por Bataille
[1] nos refiere a las extrañezas que se reflejan permanentemente en la naturaleza. Vale la pena recordar que Bataille hace un diccionario que busca resignificar, a partir del uso de las palabras, su propio contenido. De allí sale un bello significado sobre “lo informe”, que acompaña el cuerpo en una serie de dicotomías sobre la mística en lo abyecto, en lo que no tiene forma determinada pero que siempre semejará lo más bajo del ser humano, lo más nauseabundo. Y no que en la muestra vayamos a entrar en terrenos explícitos de lo abyecto, pero seguramente cuando hablo de que en López hay siempre algo escondido, pienso inmediatamente en que aquello que no nos está mostrando, aquello que apenas se asoma para jugar con nuestra percepción, está íntimamente ligado a ese término. Posiblemente, para cerrar en bucle este campo, López hace referencia al límite como el momento en que se menciona un estado perceptivo donde lo más importante en la imagen es el choque que pueda haber entre el cuerpo que la mira y la esencia (informe) que insinúa.

De acuerdo con lo anterior, podríamos hacer referencia al mismo hecho, ya mencionado anteriormente, sobre el cual consideramos la muestra como una propuesta de percepción con el espacio de exposición. No es el hecho de que López haya sido particularmente sensible a los espacios donde ha trabajado (el Salar de Uyuni en Bolivia, los paisajes milenarios de la Patagonia argentina o las extrañas arrugas (pliegues deleuzianos) en los Altos de Menegua en el Meta colombiano…), no, seguramente no se trata únicamente de ello, sino de traernos con ello una forma de vernos reflejados en el paisaje, de ver cuerpos que buscan desesperadamente una forma y no lo logran nunca a pesar de ellos mismos, a pesar de su propio esfuerzo. López, logra invitar al cuerpo del espectador a fundirse con el espacio y a recorrer en su misma maleabilidad corporal el tiempo del que esta-(mos) hecho(s). El paisaje se ve, ya no como un allá lejano, sino como una fusión de nosotros mismos con él. Podríamos atrevernos a decir que en esta instalación no podemos diferenciar si yo soy una extensión del paisaje o el paisaje es una extensión mía. El cuerpo, en cualquiera de los dos casos se funde en él, o con él, haciendo que veamos en esas imágenes lo inacabados que somos, el proceso permanente en el que estamos construyéndonos. Podríamos asegurar con estas imágenes y con la incertidumbre que se cierne sobre nosotros en dicha instalación, que nuestro inmediato presente del cual nos vanagloriamos y del cual hacemos tan eufóricas apologías, no son más que sutiles pliegues en un entramado milenario que hemos venido construyendo y destruyendo con el afán de crecer. Qué ilógica es la naturaleza cuando la comparamos con el ser humano. .., y qué absurdo el ser humano cuando tratamos de entender, bajo nuestros rigores de tiempo, algo natural.

Hay, entre todas estas imágenes que destellan osadía y cuestionamientos, unas pequeñas urnas con unos dibujitos destacados de las baldosas informes que se hacen en el piso salado de Uyuni. Estos dibujos se han troquelado para que queden solamente las líneas vacías atadas unas con otras manifestándose en su fragilidad como agentes de cohesión. Seguramente, lo más interesante de dichos dibujitos troquelados no es solamente su tamaño vaporoso, sino el pliegue que se forma en cada urna transparente. La luz incide sobre ellos de tal forma que no solamente proyecta la sombra esquiva de sus enlaces, sino que se entremezclan con ella las sombras de los bordes del contenedor. Dado que hay varios focos de luz, dicho protagonismo de la sombra se realza a tal punto que vemos sombras de contenedores tratando de atrapar sombras de contenidos que a su vez están hechos de vacíos o espectros de la naturaleza. La urna se despliega mil veces haciendo relevante el vacío que contiene. Es decir la urna contiene en sí misma, con sus sombras y sus pliegues y sus transparencias: la nada. Una nada arrugada, sencilla, casi que angustiantemente milenaria porque sitúa el cuerpo como reflejo de ella. Esa ha sido la apuesta de López en esta exposición que vale la pena visitar no para verla sino para verse en ella y a través de ella... y de paso, para preguntarse, qué es lo que en este campo de percepción no estamos viendo.


[1][1] Georges Bataille, “la conjuración sagrada” (Ensayos 1929-1939), traducido del francés por Silvio Mattoni, Adriana Hidalgo Editores, Buenos Aires, 2003, p. 55. hace un diccionario que busca resignificar, a partir del uso de las palabras, las palabras mismas. De allí sale un bello significado sobre “lo informe”, que acompaña el cuerpo en una serie de dicotomías sobre la mística en lo abyecto, en lo que no tiene forma determinada pero que siempre se va a parecer a los más bajo del ser humano.

7 de septiembre de 2010

OSCAR MUÑOZ en Re-cámaras / Lo violento en una gota de agua

Simulacros (1999)
Oscar Muñoz

Exposición "Re-cámaras"
Curadora: María Wills
Sala de exposiciones (Casa de Moneda) Banco de la República
abierta hasta el 27 de octubre de 2010
Bogotá

El sólo ejercicio de hacer una exposición utilizando la colección (el archivo) del Banco de la República es en sí plausible e importante para el medio. No es la primera vez, y seguramente no será la última en que el Banco de la República se apoye en su propia colección para mostrar nuevas facetas y diversas miradas sobre problemáticas que en el instante de la adquisición de una pieza seguramente no estaba dentro de sus planes. ¿Cómo determinar cuáles van a ser los cruces entre diferentes obras en el momento en que se hace la compra? Para un coleccionista privado pueda ser que incurra dentro de una afinidad conceptual o formal que lo impulse a llevar siempre una línea propia…., pero para el Banco de la República, el asunto se revierte más en una importancia histórica que en una línea determinada. Es así como se acoge con agrado el hecho de que dicha colección no quede en los brazos muertos de los archivos cuya única función es la de recopilar enciclopédicamente una información invariable hasta la eternidad. Bien argüía Didi-Huberman
[1] cuando se enfrentó a unas imágenes de archivos históricos y las tomó para fortalecer en ellas su carácter inicial de imagen “muerta y sin contenido” a uno de “imagen significativa”. La colección del Banco respira en el momento en que se “juega” con sus posibles cruces,… por ello, llevemos el caso de esta exposición Re-cámaras como un ejemplo pertinente para entenderlo como una expansión del ser coleccionista. Es decir, de la misma manera como María Wills (curadora de la exposición) nos habla de campo expandido de la fotografía, podríamos aquí cruzar dicho enunciado, con la función del Banco en este tipo de muestras como un campo expandido de la colección.

fragmento "Simulacros"

Al entrar a la exposición Re-cámaras[2], sin rodeos nos topamos con una pregunta permanente: ¿De qué manera hemos venido construyendo o abordando los innumerables campos de la fotografía? Y es precisamente esta pregunta la que hace que nos distanciemos entre el tomar fotografías (hoy en día convertida en una acción muy difundida) y el pensar la fotografía. Wills nos pone de manifiesto que dicha diferencia entre lo primero y lo segundo se da en que el hecho de pensar la fotografía nos lleva a diversos lugares donde la cámara es apenas una excusa para capturar la maleabilidad de “lo real”. Si nos acercamos a la obra de Oscar Muñoz, donde aparecen en unas cubetas de agua una imagen fotográfica de partes de un cuerpo, hecha con polvo de carbón que se ha sentado sobre su superficie, veremos que el señalamiento está más concentrado en un problema de memoria, de fragilidad y de tiempo. Estos tres conceptos se entrelazan formando una trenza angustiante que se va desanudando cada vez que una gota de agua cae sobre la superficie dañando el dibujo, erosionando el cuerpo, lacerando la desnudez. La gota va cayendo..., y se deja ver cayendo insonora mientras traspasa el dibujo (la fotografía). ¿Es acaso el cuerpo memoria? ¿Es acaso la piel tan frágil? O es la fotografía una serie de preguntas sobre el paso del tiempo que corroe los vestigios de lo violento? Wills nos deja una pregunta al final del texto de presentación de esta muestra que nos confunde, en el mejor sentido de la palabra, sobre nuestra mirada acerca de “lo real”: “¿Dónde podemos ubicarnos frente al territorio de la fotografía: dentro de la cámara o por fuera de ella?”[3] Esta frase, refiriéndonos a la obra señalada de Oscar Muñoz, es incisiva sobre la posición del espectador ante la imagen fotográfica: Hago parte de la destrucción lenta de una imagen? O soy consciente de que además de la imagen se trata del cuerpo que hemos venido, con distancia, ultrajando desde hace años en Colombia.


[1] Georges Didi-Huberman, Images Malgré Tout, Les Éditions de Minuit, Paris, 2003.
[2]La exposición cuenta con obras de: Fernell Franco, María Elvira Escallón, Juan Fernando Herrán, Rosario López, Miguel Ángel Rojas, Oscar Muñoz, Víctor Robledo, Gloria Posada, Liliana Angulo, Nelson Vergara y Angélica Teuta.
[3][3] Tomado del texto de introducción de la curadora María Wills.