8 de marzo de 2011

CARLOS ALARCÓN / La Angustia Inherente al Ser Humano


fragmento "Angustias" / Carlos Alarcón
CARLOS ALARCÓN
Exposición Individual: "Angustias"
Galería Arte Consultores (Cra. 16 No. 86A - 31 / Bogotá)
Abierta hasta el 24 de marzo

Al entrar en la obra que el artista Carlos Alarcón propone bajo el título “Angustias”, no pude más que imaginar un recorrido anacrónico de Forest Gump por el mundo entero. Forest no era más que un personaje neutro cuya única finalidad en su vida era correr. Una vez llegaba, de Este a Oeste al borde del mar, daba media vuelta y seguía corriendo hasta el otro límite a meses de distancia. En su recorrido se iba topando con algunos seres extraños a él, aunque él mismo no diera mucha importancia sobre su existencia. Es así como una mañana cualquiera, mientras corría, se encontró con el rey Midas descompuesto en la esquina de una calle porque, a pesar de su fortuna, nunca llegó a entender qué era lo se requería para no sentirse mal. El rey Midas todavía recordaba como si fuese ayer, la advertencia que le había soltado el diablo Sileno sobre su angustia, que es la misma que aqueja a toda la humanidad: “Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para tí: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor para tí en segundo lugar es —morir pronto”.

Forest siguió en su recorrido sin fin alguno, ni triste, ni feliz… tan plano como siempre había sido. Sin embargo, no muy lejos de allí, al borde de un estanco de belleza inusual, aunque así no lo considerara Forest, se topó nuestro corredor con el angustiado Hamlet entre cabizbajo e introvertido hablando solo, hablándole a la nada, o seguramente meditando aún las palabras que algún día, pensando en su enamorada Ofelia, en el asesinato infame de su padre o en la razón de su propia existencia, las soltó al aire: “Ser o no ser…. Esa es la cuestión”. -Seguro será un loco- pensó Forest mientras pasaba de largo y se desconcentraba aún más en su trasegar.
fragmento "Angustias" / Carlos Alarcón
No siendo esto suficiente, Forest logró ser testigo fiel, antes de llegar al borde de la costa Oeste para así mismo recoger sus pasos hacia las playas del oriente, del salto angustiosamente vaporoso, grácil y antigravitacional pero mortal al mismo tiempo, que dio desde el techo de un edificio que miraba hacia el acantilado, el artista Yves Klein.

Estos fueron sin duda los encuentros más significativos que la prensa logró rescatar mientras entrevistaba a Forest Gump. Nadie logró realmente saber porqué él hablaba sin darle una justa relevancia sobre esos encuentros tan fabulosos. Tampoco se supo muy bien cuáles eran las motivaciones reales de su correr de un lado al otro por el mundo. Forest no tenía motivos para hacerlo y eso extrañaba a todos porque desde el principio de nuestra historia humana nos hemos encargado de buscarle un sentido a la vida y a nuestros actos. No tener un sentido preciso es pasar de largo por nuestra existencia sin realmente “ser”… y Forest era así. Lo lógico podía ser que Forest fuese un luchador nato, o un deprimido social o un antiestamento político, etc., pero él no buscaba un fin a su ejercicio: ni mejorar su masa muscular, ni insertarse en un grupo social ni protestar contra algunas políticas sociales.

fragmento "Angustias" / Carlos Alarcón
Y Forest era un ser extraño porque, en últimas, todos, salvo él, tenemos que vivir con nuestras angustias que solamente nosotros las conocemos y les damos su justa medida. Todos tenemos que lidiar con nosotros mismos y parte de hacerlo incluye tener algún grado de angustia. La angustia es en sí un sentimiento que se puede desarrollar únicamente en los seres humanos dado que su fundamento consiste en preguntas sobre la existencia o sobre la plena consciencia de que somos seres incompletos y mortales. Sin embargo, por alguna extraña manía, también hemos tratado de hacer de nuestras angustias un asunto invisible a todos. Ocultamos nuestras angustias y las manejamos internamente… sin que se noten. Es así como Alarcón, en esta exposición, hizo una serie de recopilaciones de angustias casi imperceptibles, en su gran mayoría, a nuestros ojos. Alarcón está haciendo visible ese falso Forest Gump, aquel disfraz de trotamundos sin sentido que habita en todos nosotros y está poniendo de manifiesto que sin angustias el único que puede realmente llevar una vida sin contratiempos es aquel antihéroe que he mencionado. De manera que, en sus respectivas dimensiones todos estos pequeños retratos están cargados de preguntas que no tienen respuestas, y que hacen que sean tan verdaderos como nuestro cotidiano.

Andrés Gaitán Tobar