Detalle de la exposición (fotografía Mateo Pérez) |
Título de la Exposición: El Salto / Geografía de la mirada
Lugar: Espacio Odeón , Cra 5 No 12C - 73
Abierta hasta el sábado 4 de octubre de 2014
* este texto fue logrado gracias a los aportes de Mateo Pérez, Diego Benavides y Ximena Gama.
Creo que se nos hace necesario señalar que antes de entrar a ver
la exposición, justo en sus alrededores, vemos concentrado todo el caos que la
ciudad ha acumulado durante años de malos gobiernos. Por un lado se escuchan pitos;
un poco más allá más allá: sirenas; muy encima de uno el humo y el infaltable
trancón; y en todos los rincones: ventas ambulantes. Entre todo esto, sin ser
grandilocuente e invasivo pero con un trabajo serio desde hace unos cuantos
años, se erige Espacio Odeón. No son muestras que se ajustan a lo “políticamente
artístico” sino son apuestas arriesgadas que manejan los límites de las
prácticas artísticas. No es ni pretende ser un cubo blanco con espacios
brillantes que absorban el eco de las pisadas de los espectadores. Odeón es un
espacio que permite hacer juegos con los proyectos artísticos donde el hueco en
la pared, la mancha en el piso o la utilización de diferentes materiales que se
integren con el espacio son siempre bienvenidos. Esta versatilidad del espacio
en cada proyecto al que se le miden sumado a una mirada profesional del equipo
que lo conforma, se convierte en el sello de identidad del lugar.
Pues bien, hablábamos acerca del caos citadino general pero que en
este caso puntual de Odeón es fundamental para revisar la exposición que hay en
este momento y hasta dentro de pocos días montada: El Salto / Geografía de la mirada (proyecto
conjunto de Diego Benavides y Mateo Pérez). Dejando atrás el bullicio nos encontramos
contra la pared del fondo, que sube del sótano, con una proyección del Salto
del Tequendama. Tal como lo conocemos, el Salto en sus días buenos, malos y
regulares siempre echa agua, siempre nos recuerda a Bochica, a Humboldt, a los
suicidas, a los viajeros y a quienes lo hemos vivido, olido y sufrido desde la
infancia. Es extraño, a pesar de sí mismo, a pesar del maltrato que los
capitalinos le hemos infligido al Salto, éste se sigue escribiendo con
mayúscula. Es bello, es imponente, es lleno de verde, es misterioso, es
poético, es trágico.
Vamos recorriendo la exposición que se yergue naturalmente entre
Odeón. Es decir, la muestra con todas sus piezas de video, de fotografía y de
objetos se funden con el espacio de forma tal que el recorrido está lleno de
pequeños detalles que hacen creer, por un instante, que se trata de una
exposición que fue creada específicamente para este lugar. Ximena Gama como
curadora y como interlocutora del proyecto supo entender que la investigación
que llevaba este par de artistas requería riesgos en la “puesta en escena” y
una suerte de guión que dejara que cada una de las piezas dialogara con el
lugar. Es así como el espectador se topará con encuentros inesperados donde se
destaca la tragedia de quien se lanza al vacío acaso creyendo que éste es
todavía el mejor lugar del mundo para morir. Habrá momentos en que la
naturaleza del entorno abraza la fotografía y ésta su vez le deja ver a Bogotá que a pesar de
sus ruidosas calles aún en sus alrededores existe la magia húmeda y llena de
poesía. Así como también existirán instantes en que el Salto es una verdadera
diarrea de 8 millones de habitantes que hemos sabido tomarle fotos al lugar
porque sabemos que dichas imágenes no están cargadas de la fetidez nauseabunda
que cae a diario desde los 185 metros que en una época distinta midió el
naturalista Humboldt.
Dibujo de la exposición |
Pero se equivocan quienes creen que esta muestra es una serie de
documentos ya conocidos sobre el Salto del Tequendama y bellamente dispuestos en el espacio.
Será urgente en este instante distanciarlos de all í y
verlos como un recorrido estético que nos hace preguntas acerca de los muchos
instantes que atraviesan este lugar emblemático. Bien lo comentaba Ximena Gama
cuando decía que el tiempo era lo que atravesaba la exposición: tiempo de la
caída del agua, tiempo de la muerte, tiempo de la exposición o en su texto de
introducción en la que apela a la anacronía de la imagen del Salto y a las
tensiones de todo orden que ella evoca.
Es curioso que muchas de estos tiempos se concentren en una
especie de témpanos de espuma, río abajo, y que marchen silenciosos al vaivén
de unas aguas pesadas desprendiendo de sí, al menor movimiento del aire, copos
que se elevan y que se irán a posar, ora en los helechos, ora en las piedras en
la ribera. Estos copos se fueron formando desde mucho tiempo atrás, en alguna fábrica? sería de algún lugar parecido al de la chimenea que bota bocanadas enormes de humo blanco el día entero?, o el jabón del baño diario de alguno de nosotros un mes antes? Estos copos cayeron por una pendiente
que ha salido en innumerables grabados y pinturas y fotografías desde hace cientos de años. Estos copos hicieron el mismo tránsito de quien ha saltado por por las peñas aledañas. Y al caer se fue tomando forma como se fue formando la redondez de la
piedra que lo va recibiendo. Esto es parte del paisaje de hoy en día. Los
artistas hablan desde su experiencia como viajeros, como contempladores
críticos del paisaje. Lo confrontan desde “el hoy”, ya no con el romanticismo
de antaño, sino con la intención de entender cómo es el paisaje hoy en día, qué
culpas cargamos con él o …. En qué lo hemos convertido y de qué manera lo
podemos empezar a leer para entendernos a través de él.
Saldremos de la exposición y, por ende, de Espacio Odeón, para entrar nuevamente al caos de la ciudad seguramente conectando ese ruido infernal con algo que está sucediendo a unos cuantos kilómetros de distancia en un Salto que todavía se escribe con mayúscula.
Andrés Gaitán T.