14 de octubre de 2011

ADRIANA MARMOREK/ Sobre Juego, Sexo y Economía


Brasier
Adriana Marmorek
Título de la Exposición: Punto Básico: Doble Nudo
LA Galería - Arte Contemporáneo
Calle 77 No 12 - 03
15 de septiembre añ 15 de octubre de 2011
Lo primero con lo que nos encontramos es con un gran miriñaque, o estructura metálica que usaban las mujeres en épocas pretéritas para “embombar” sus faldas que llegaban hasta el piso. Este miriñaque es de escalas mayores, lo que se traduce en que uno realmente puede ingresar por debajo y encajonarse en ese aire extraño que solamente puede producir el hecho de estar en una zona prohibida, tabú, o acaso íntima. Mirando hacia arriba, dentro de esta zona turbulenta, vemos un video de un cielo que gira y que de vueltas y que marea un poco... Y surge una sonrisa...

Siguiendo por la Sala encontraremos un brasier tamaño natural y cuyo encaje esta hecho en vidrio. Se suspende el brasier de la pared con una cintas delicadas que hacen que el objeto por sí solo no pueda casi sostenerse. Es decir, dicho objeto puede, en cualquier momento, caerse por su propio peso y desmoronarse en el piso. Muestra en sí mismo la sutil delicadeza, el peligro constante al que está sometido y el señalamiento permanente de que se trata de un objeto que invita a contener la respiración.

Y finalmente, en una salita contigua apenas iluminada por un encaje hecho de luz de neón, se nos advierte que es prudente no acercarse mucho dado que podemos quedar electrocutados. La luz anaranjada/roja e incandescente tiene ese zumbido característico de las luces de neón de cualquier sitio comercial que busca llamar la atención, que busca hacerse visible ante la ocasional pero potencial clientela que pase por el lado. Es un encaje de luz de neón que ilumina cálida y peligrosamente esa sala.

Claro, hay más detalles en el recorrido que se logra dibujar en este espacio de LA Galería /Arte Contemporáneo, y todos ellos ayudan a señalar aspectos sobre “el deseo” y “el erotismo” que viene trabajando la artista Adriana Marmorek desde hace unos cuantos años. Esta exposición “Punto Básico: Doble Nudo” es una apuesta que se centra en el encaje al que la artista define como “un aviso o una advertencia”. Dice Marmorek: “el encaje señala lo que esconde detrás de él”. Es así, como el encaje deviene signo. Sus connotaciones son directas y ejercen una fuerza incontenible con respecto al deseo. El encaje entra en el proceso de seducción donde se conjugan todas las reglas del juego de la economía: mostrar/ocultar, entregar/recibir, gastar/guardar. Y de todas ellas: el gasto es el que me gustaría entrar a descifrar.
Miriñaque
Bien anotaba Bataille que en el gasto se concentran tanto las aproximaciones que tiene el ser humano con la muerte como con el sexo. Es en el gasto que nos vemos entrando en mundos de lo desconocido porque el gasto en sí mismo es sinónimo de afectación, de búsqueda y de poder. El “darse” es en últimas, el entregar un “regalo” a cambio de nada. El exhibirse, el exponerse, el hacer entregas simbólicas donde el juego sexual aparece de por medio, es descifrar en las leyes económicas que el poder lo tiene quien sabe lo que tiene y su manera de administrar este poder es “dando de a poquitos”…, nunca guardando o reservándolo todo!!! Bella esta manera de invocar en una exposición esta doble forma de entrega: la de Marmorek con su obra que sería la entrega metafórica y estética que hace cualquier artista cuando expone o cuando se expone, y la del contenido de su exposición donde el encaje hace que su contenido, el sexo al que hace referencia, brille, en el mejor sentido de la palabra, por su ausencia. Un brillo vertiginoso que nos ayuda a comprender la cantidad de lenguajes que hemos sido capaces los seres humanos de inventar para referirnos al sexo y a su relación con el gasto. En Marmorek: sexo=cielo?, sexo=muerte?, sexo=juego?, sexo=encaje? Todas ellas, o muchas más combinaciones que asustan por su capacidad de remitir a algo que difícilmente hemos podido traducir en: sexo=sexo… y punto!
Aquel enorme miriñaque es un lugar de juego y de vértigo que hace alusión al nombre que se le daba antiguamente a este dispositivo: Guardainfante. Un guardainfante que escondía niños y que les permitía jugar debajo de la falda de su madre o de otra persona. Un lugar de juego extraño que esconde el sexo y las piernas femeninas que en épocas medievales eran prohibidas al ojo de los hombres. No sobra señalar que adicional y bajo la misma cadena de sucesos, el guardainfante se convirtió en un traje que escondía embarazos indeseados, juegos prohibidos y situaciones incómodas relacionadas siempre con el sexo, que dieron motivo para que, en un ataque de celos, el rey Felipe IV (1639) ordenara prohibirlo. No distarían mucho estas razones de aquella escena en la que el Rey de la película de Woody Allen “Todo lo que quiso saber de sexo y nunca se atrevió a preguntar” ( enlace http://www.youtube.com/watch?v=Omj-4maiiS4 ), se encuentra debajo de las faldas de su amada esposa. No tratándose de un miriñaque en un principio, el vestido toma esta forma cuando el Bufón termina escondiéndose bajo él, seguramente convulsionando de deseo y dejándose llevar por la pasión que aquel cielo se le presentaba ante su mirada.
Aviso
Y en la penumbra, en otra sala, más íntima, unas luces de neón incandescente, con las que se dibuja un “encaje de muerte”. Tocar aquel encaje significa la muerte, quedar físicamente electrocutado. Meter los dedos entre este tejido es saber que se tocarán dos cosas al mismo tiempo: la gloria y la muerte. El encaje señala pero las luces de neón también hacen lo propio: son luces que si las relacionamos con el contenido de esta exhibición, no es errado entrar en el mundo “prohibido” de las whiskerías, de los bares nocturnos, del striptease. Son aquellas luces brillantes, bellas y peligrosas que anuncian cada noche una invitación y un reto a traspasar la frontera… a meter la mano en lo “prohibido”. Es difícil descifrar si en Marmorek el deseo nace del tabú o si por el contrario es el deseo que por sí mismo se consolidó como tabú. Sin embargo, lo que sí es cierto es que el tabú ayuda a alimentar las “arcas” de lo sexual. El tabú conjuntamente con el deseo, propician la enorme cantidad de relaciones con las que hacemos referencia a lo prohibido. De allí nacen los afrodisíacos, y de allí se desprende una bella cita de Bergson (1) en la que nos advierte que en el mundo occidental, entregado al consumo masivo, todo en él es afrodisíaco. Es decir, el sexo entró con fuerza, a competir en lo económico desde todo punto de vista.

Este juego embriagador que nos propone en diversas piezas Marmorek, nos asegura que en su producción todavía hay elementos de poder en el complejo lenguaje del sexo.

(1) Tomado del libro “L’image corps” de Paul Ardenne, capítulo Corpus Eroticus, Éditions du Regard, Paris, 2001, p. 259.