EDGAR GUZMANRUIZ
Exposición Individual: Como les guste
LA galería / arte contemporáneo
Calle 77 No 12 – 03 Bogotá
Abierta hasta el 19 de Noviembre
Es común, al hablar de Shakespeare y del teatro isabelino, referirse a impulsos novedosos sobre la forma de hacer, de ver y de sentir el teatro. No es una casualidad, entonces, que se encuentre en algunas obras de Shakespeare un teatro dentro del teatro para resaltar verdades y para confundir las realidades que enmarcan tanto a los actores como a los espectadores. En este caso, sería preciso anotar un ejemplo en Hamlet:
Abordado el príncipe Hamlet por el fantasma de su padre que le narra la forma como fue asesinado por su ahora padrastro (Claudio), él decide preparar una obra teatral donde se haga un relato exacto sobre este asesinato. Hamlet se apoya en unos comediantes para dicho fin, convencido de que el teatro como tal, pondría en evidencia, a través del juego de roles, una verdad que él mismo busca esclarecer. Al hacer esto, Hamlet queda en el mismo lugar que ocupa el espectador haciéndolo cómplice de su treta para que entre todos vean tanto la obra que él mismo ha montado como la reacción de Claudio. Todo ello surte el efecto esperado y la obra termina en tragedia.
Aquellos instantes donde se teje el teatro dentro del teatro son interesantes en la medida en que se proponen diferentes realidades que surgen de los mismos personajes. No es solamente el hecho de escribir estas variantes lo que hace que resaltemos en este momento el teatro de Shakespeare, sino lo que implica en términos de concretar unas realidades que se van fundiendo con la vida misma. Es decir, Shakespeare sabe que está escribiendo una tragedia que será representada ante un público por unos actores. Unas personas de la “vida real” van a interpretar unos roles como actores de teatro que incluyen en su papel, la interpretación de unos hechos de la “vida real”. Un bucle hermoso de realidades e interpretaciones se teje en Hamlet, lo cual hace que lo inserte como preámbulo del comentario sobre “Como les guste” de Edgar Guzmanruiz. A sabiendas, por supuesto, que el título de la exposición es homónimo de una comedia del mismo Shakespeare, donde se vislumbra con humor asuntos similares a los que acabo de citar de Hamlet, aunque menos trágicos.
Al entrar a LA galería, lo único que se ve es la parte trasera de una estructura en cartón con sus bastidores en madera. Poco a poco se va dibujando un cuerpo arquitectónico inverso en el que solamente, durante todo el recorrido a la redonda, se ve dicha estructura. Es la sensación de no estar en el anverso de la obra, de estar fuera de ella a pesar de ya haber incursionado a la exposición. Una vez finalizado el recorrido que da contra las instalaciones administrativas de LA galería, vemos la “entrada” al espacio que nos acompañó de espaldas y vemos que la estructura está compuesta por paredes blancas. Hay un objeto en forma de canal que cuelga del techo y que casi alcanzamos a tocar con la cabeza, hay un cartón rojo plegado en forma de cortina, hay una toma de energía dibujada y una frase de la obra de Shakespeare que dice: “El mundo entero es un teatro, hombres y mujeres simples actores; con sus entradas y salidas, cada cual jugando en vida varios roles.” Frase célebre de Shakespeare tomada de su obra “Como les guste”.
No es sino entrar a esta parte de la instalación para ver que la cortina roja en cartón es una copia a escala de otra cortina roja “de verdad” que hay colgada, “teatralmente”, en la entrada a la galería. De allí veremos que todo este espacio “interior” es una copia escalada del interior de la galería. Que el canal que cuelga es un ducto del espacio, que aquello que bordeábamos por fuera en el reverso de este nuevo espacio interior, era viendo el detrás de la doble piel que empieza a insinuarse y que la obra en sí no es solamente una copia de la galería sino una mirada irónica y cortante sobre el mundo del arte. Es decir, lo que se ve no es otra cosa que la ausencia de “obra”. La galería está vacía a pesar de tener este gran montaje que la ocupa por completo. No hay “obra” en el sentido de que la galería lo único que contiene es la misma galería adentro… , así, sin nada más!!! Pero empieza a descifrarse algo, y es un algo que nos muestra a los espectadores como partícipes de esta doble galería teatralizada.
Mucho se ha escrito y estudiado acerca del cambio de los sentidos y de la percepción al entrar a un museo o a un espacio de exhibición de arte. Empezamos a suponer que allí hay otros sistemas de valores, de sentidos, de morales incluso de éticas que se dibujan. Por citar un par de ejemplos sencillos, el desnudo en la galería es más aceptado que el desnudo en la calle; o la muerte y los procesos escatológicos pasan a veces de largo sin problema, mientras que…, es una galería o un museo y allí entablamos otra comunicación con la imagen que nos permite deshacernos de un “yo” para entrar en otro “yo”. Podríamos decir que el “yo” antes de entrar a la galería es el “yo” verdadero dado que es el yo que está conectado con lo “real”, mientras que el otro “yo” que está en la galería es un “yo” que se permite conectar con una realidad metafórica…, ficcional? Pero si al entrar en la galería allí no hay nada, qué tanto cambia el “yo” real? Y si al ver que en la galería hay otra galería igual, pero en escala menor, ¿cuál es el “yo” que está en un lado o en el otro? Me atrevería a sugerir que la cita de Hamlet desestabiliza al espectador confrontándolo con las diversas realidades que en un momento pudiera uno estar transitando casi sin darse cuenta. Aquellos múltiples “yo” se chocan entre sí y se baten en una lucha frontal sobre la posición de lo “real” dejando una pregunta permanente sobre quien es quien cuando uno entra a un espacio de exhibición. Con sutileza arquitectónica, con precisión en el manejo de la escala, Guzmanruiz nos deja estas inquietudes y desaparece del escenario para dejarnos como espectadores, como simuladores de espectadores, como actores del mundo de las artes, o como quien? Por todo ello, bien vale la pena ir a visitar esta instalación y de paso asistir al conversatorio el 17 de noviembre a las 6:30 pm.
Andrés Gaitán Tobar
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