Taxones de plantas artificiales / Alberto Baraya |
Exposición Individual: Expediciones
ESPAIVISOR Galería (Valencia - España)
Abierta hasta el 28 de enero de 2011
Desde hace bastantes años, hemos visto al artista Alberto Baraya haciendo exploraciones en diversos medios (video, pintura, fotografía) que pretenden llevarnos hacia parajes insospechados del mundo entero. Recuerdo que en una ocasión pintó sobre un lienzo su propia cabeza cortada erguida sobre un plato de comida. Este lienzo lo llevó enrollado a diferentes lugares del mundo y, cada vez que podía, lo sacaba de su envoltura y le tomaba una fotografía que diera cuenta del lugar en el cual dicha “cabeza” había “viajado”. Por muchas manos pasó dicho lienzo, por muchos mundos viajó, y sin preguntarle mucho al artista, podría recordar cuando me contaba que en el “Muro de las Lamentaciones” estuvo, que en Barcelona, en Madrid, en Oriente, Occidente. Hasta recuerdo una vez que llegó a Bogotá y lo sacó un día cualquiera que nos encontramos en el centro de la ciudad, y poco antes de llegar al restaurante donde íbamos a almorzar, me entregó el lienzo y me tomó una fotografía con él en las manos y con el Congreso y la Alcaldía de la ciudad detrás. Estábamos en medio de la Plaza de Bolívar y hasta allí también llegó el lienzo viajador.
Con el anterior relato, quise iniciar este comentario sobre una muestra que está realizando Alberto Baraya en la Galería Espaivisor en la ciudad de Valencia (España), porque si bien se trata de su más reciente producción que seguro poco tendría que ver con aquella cabeza cortada de hace “bastantes años”, también me ayuda a entrever que su actividad artística, desde la más lejana hasta la más reciente producción, siempre ha estado ligada a los viajes. El viajar va de la mano con todos sus proyectos… ¿acaso serán la excusa? ¿Alberto Baraya viaja con la excusa de que está realizando un proyecto artístico?, o, por el contrario, se inventa un proyecto artístico con la excusa de viajar. ¿qué importa? Si lo uno o lo otro fuesen cierto, o no, Baraya está siempre metido entre un viaje que conlleva un proyecto artístico. Sea este el caso, entonces, para revisar lo que se presenta en Valencia en su exposición “Expediciones”.
Alberto Baraya inició un estudio cuidadoso sobre las láminas que se han venido multicopiando desde hace décadas de la Expedición Botánica llevada a cabo por el sabio José Celestino Mutis en las Américas y propiamente dicho en el Nuevo Reino de Granada (sobre todo en el territorio que ocupa actualmente Colombia) por allá hace poco más de 200 años. Un grupo de dibujantes y científicos se trazaron el plan de revisar y catalogar todas las especies nativas del país, detallando hasta sus más pequeños detalles y sus formas de reproducción, sus propiedades curativas o no, sus frutos, sus formas de crecimiento, etc. Dicho plan taxonómico permitió descubrir otro país y verlo desde sus más profundas riquezas. Todo el repertorio de dibujos de plantas iba armando poco a poco un archivo en el cual, hoja tras hoja, se podía ver con lujo de detalles las propiedades, edades y usos de las mismas. Todo ello significó un proyecto de gran aliento que incluía a los mejores ilustradores de la época, a los más estudiosos botánicos sin contar con grandes sumas de dinero de la Corona Española para poder promover ingentes expediciones por toda la geografía de la colonia. Se habla incluso desde hace rato de intereses políticos que no nos incumben en este momento y que seguramente tuvieron su cuota importante dado que estamos en plenos años en que se está gestando el proceso independentista.
taxones de plantas artificiales / Alberto Baraya |
Decía entonces que Alberto Baraya se concentró en estos procesos de taxonomía apoyándose en una nueva expedición botánica, pero esta vez de flores artificiales. Cada taxón remite a una flor encontrada en cualquier tienda de flores artificiales, que pudieron haber sido hechas en China. Se abre la flor, se estudian todos sus órganos, se exponen sus hojas, se detallan sus pétalos y todo queda conservado en un cuadro en el cual el parecido con la expedición pudiera ser fiel reflejo. No siendo esto suficiente, Baraya hace expediciones en busca de nuevas flores artificiales. Las busca donde quiera que lo inviten a una exposición o donde pueda irse de vacaciones. Encuentra desde entonces, flores y representaciones de flores en tatuajes, en fotografías, en centros comerciales, en lámparas, telas, etc. Todas las flores y plantas que encuentra son dignas de retratarse y motivan más viajes más encuentros. Aunque pueda sonar a obsesión, y aún si lo fuera, el asunto va más allá de una pulsión, es ante todo el verse a sí mismo en una nueva expedición botánica a través de la cual él es su ilustrador y su botánico.
Pero entrando a terrenos un poco más interesantes, me gustaría ver en Baraya una situación que atraviesa el problema del original. En primera instancia remontémonos a la historia de la expedición botánica liderada por el sabio Mutis: se dice que todos los dibujos que salieron de allí, se hacían en días y semanas. Unos ejemplares de alguna planta se cortaban, se bocetaban rápidamente, se definían sus colores de antemano y luego en otro lugar el dibujante en un taller, terminaba su labor de reconstrucción/representación de aquello que algún otro, o él mismo vió hacía unas semanas. Por ende, cada uno de los dibujos de aquella expedición botánica es copia “fiel” “mejorada” de lo que realmente existía. Es decir: las hojas, las flores y frutos que están dibujados en los anaqueles de la expedición botánica, son representaciones que hacen el juego de ser copia de lo “real” pero que pasaron por el tamiz del tiempo y de la mirada de los ilustradores. Aquellos dibujos tan perfectos, escapan a la realidad, sometiendo algunas veces las formas al gusto o a la necesidad de equilibrio y de composición del artista. No es que la quina no fuese quina, sino que aquella quina dibujada hace 200 años en la expedición botánica, era una quina que nunca existió… era un quina mejorada…, era, dado el tema que nos ocupa hoy con el exposición de Baraya, una quina artificialmente perfecta…., una quina que trataba de ser el reflejo de la original y que no siéndolo terminó siendo original. De tal manera que todos los dibujos de esta expedición, son dibujos basados en lo real, pero llenos de fantasías, de sueños, de licencias y atribuciones de sus autores.
Ilustración de una variedad de Passiflora / Expedición Botánica |
200 años después y con lo anteriormente descrito, podríamos entrever que el país siguió produciendo flores. Ya no son solamente flores propias del país sino flores cuyas semillas han venido siendo tratadas y mejoradas desde hace años en laboratorios propios como ajenos. Exportamos flores perfectas, tan perfectas que parecen de mentiras. Cada rosa tiene el tallo largo como se quiere en el mundo entero, soporta climas adversos durante un buen tiempo, tiene los tonos y la florescencia requerida, y hasta maneja el número de espinas necesarias para que cada rosa siga siendo una rosa pero no tan “agresiva” como las rosas de “verdad”. De tal manera que así como hace un tiempo se nos conoció a través de dibujos mejorados, hoy se nos conoce a través de flores mejoradas que en ninguno de los dos casos corresponden a lo “real” sino a una fantasía que hemos venido soñando desde un principio. No siendo esto suficiente, entra a operar otro tipo de comercio que ayuda a mantener vigente esta irrealidad: la fabricación china. Las flores perfectas que produce Colombia al mundo entero y que no son propiamente colombianas de “nacimiento”, ahora se producen masivamente en China en materiales sintéticos. Son tan perfectas las rosas chinas que parecen de verdad. Extraña paradoja: llegó el momento en que las flores que exportamos son tan perfectas que parecen chinas, y las chinas que importamos son tan perfectas que parecen colombianas (con gotas de rocío sabanero y todo). Y de todo esto, Baraya hace expediciones botánicas por el Amazonas, por Nueva Zelanda, por Venecia, y por el mundo entero viendo cómo lo irreal ha ido envolviendo y decorando ambientes. Sin embargo, su expedición botánica es tan verdadera como la existencia misma de las flores, colombianas o chinas; aunque nos deja esas pequeñas inquietudes sobre el origen de las cosas y sus fluctuaciones a través del tiempo, o sobre la forma como algunos actos involuntarios como mejorar una flor por allá en el año 1800, genera toda una historia sobre la estética global.
taxón de una orquídea colombo-china con fotografía de la misma en Brasil / Alberto Baraya |
Andrés Gaitán Tobar